El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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sábado, 13 de abril de 2019

Cuesta escribir

La Escribana del Reino
M. E. Valbuena


Cuesta escribir cuando las tareas cotidianas se multiplican y se dividen los frentes a dónde acudir, agotándonos, mientras las horas del día permanecen invariables (ni se estiran ni se doblan, muy a pesar nuestro).
Cuesta escribir cuando la mente está entretenida en mil planes, en infinidad de ideas a desarrollar, en trampas que atrapan la energía y las ganas y que nos alejan del presente para perdernos en vericuetos del pasado o del futuro, que no aportan nada a nuestro presente.
Cuesta escribir cuando las emociones están embarulladas y caminan a sus anchas en terreno vulnerable, cuando se confunden sentimientos sin que logremos llamarlos por su nombre, cuando el discernimiento cuelga el cartel de cerrado por vacaciones.
Cuesta escribir cuando faltan la serenidad y la templanza necesarias para analizar los acontecimientos. Cuando éstos se suceden tan rápido que no hay casi tiempo para procesarlos e integrarlos en eso que llamamos normalidad. Cuando las decisiones nos vienen dadas.
Cuesta escribir cuando la inspiración está cansada o dormida o castigada. Cuando cree que no es útil más que para pasar el rato. Cuando está convencida de no conducir a ningún buen puerto.
Cuesta escribir cuando la realidad, de tan plana y fea como es, espanta y debilita la ilusión de ver un poco más allá, de apreciar la luz en medio de la niebla, de distinguir color entre tanto tono gris. Cuando la tristeza inunda la mirada y el corazón late a ritmo de adagio.
Sin embargo… escribo.

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