Necesitaba escuchar eso que tantas veces me digo y repito: “lo que viene, conviene” y lo he escuchado de una persona que, atravesando su crisis, me ha mirado y me lo ha dicho. Y no es teoría ni cuento. Es una afirmación de quien está sufriendo.
Necesitaba escuchar en otra voz distinta a la mía eso de que “la vida tal vez no te da lo que quieres, pero sí lo que necesitas” y mi hija me lo ha hecho llegar sutilmente.
Necesitaba escuchar un “gracias” y lo he recibido en forma superlativa.
A veces necesitamos escuchar nuestras mismas palabras en otros para confirmarnos, para que nos suenen como nuevas y nos las apliquemos sin pensar que son simples mantras de supervivencia.
Creo firmemente que la vida nos da lo que necesitamos para aprender y crecer y que, por cada golpe de dolor, nos ofrece un bálsamo de alivio. Creo que todo tiene un sentido, aunque en ocasiones cueste verlo. Y creo en el poder energético de la palabra gracias (que, por cierto, cada vez se escucha menos).
Cuando nuestras creencias se tambalean y nos hacen dudar, resulta necesario –al menos para mí– que alguien que las comparta nos las recuerde. Y así me ha pasado. Tratando de analizar y de encontrar sentido a los últimos acontecimientos que he vivido, he escuchado lo que necesitaba, a modo de campanillas que reclaman la atención. Aunque aún no alcance a ver el sentido último, el sonido de las campanillas me invita a confiar.
Y así, confiando, probablemente me llegará lo que espero escuchar. Y si no me llega, señal de que no lo necesito.

Todavía no hay comentarios
Esperamos el tuyo