Diferente. Jesús Aguado
No sé por qué, cuando hablamos de poesía, nos salen siempre poetas consagrados y permanentes en el tiempo. Supongo que será porque en algún momento de nuestra historia escolar nos tocó estudiarlos y recurrimos a ellos a falta de conocimiento de otros.
No dudo de que fueron buenos en su tiempo –por algo trascendieron su época- pero todos somos hijos de la Historia y todos, precisamente por ello, hablamos y escribimos desde nuestra realidad. Y nuestra realidad, a día de hoy, no tiene nada que ver con la de siglos pasados.
A mí, los que me emocionan de verdad, son algunos de los poetas actuales, los que hacen versos y rimas en un día a día complicado, los que buscan su hueco en un mundo donde no hay mucho sitio para la poesía, los que luchan por sus sueños y los formulan de forma menos prosaica a lo usual, aunque cueste poner color en tanto tono gris.
Es verdad que no me gustan todos (al igual que no todos los poetas clásicos) pero confieso que algunos me han conmovido enormemente. Por ejemplo, ciertas poesías de Marwan, de Escandar Algeet y de Diego Ojeda, entre otros.
Eso demuestra que, con independencia de la edad, de las circunstancias y del momento personal de cada uno, hay un punto de conexión en el que nos encontramos y nos comprendemos, en el que vibramos juntos.
Sé que esta defensa de los nuevos poetas puede estar reñida con los parámetros culturales actuales y, a juicio de algunos, puede ser una barbaridad lo que he escrito hoy, pero no siempre la cultura oficial coincide con los gustos personales. Al menos, con los míos.
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