El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
Blog
sábado, 2 de diciembre de 2017

No me juzgues

La Escribana del Reino
M. E. Valbuena
Desolación. Foto Jesús Aguado
No quiero que me juzgues cuando te hablo de un determinado comportamiento que tuve o voy a tener. Ya sé que no lo dices con palabras, que no me cortas, que no me aconsejas, pero tu dura mirada me habla de crítica, de censura, de juicio.
No quiero que me digas si está bien o mal aquello que te cuento para poder escucharme a mí misma. Si necesitara tu opinión te la pediría honestamente, pero, de momento, solo te he pedido escucha.
No quiero tener que recurrir a excusas más o menos válidas por no atreverme a defender mi opinión ante tu argumentada y férrea crítica. Hago lo que veo o intuyo en cada momento, como lo haces tú, aunque los resultados sean tan distintos.
Nos suena ¿no?
Seguramente todos hemos experimentado alguna vez ese aplastante y desagradable sentimiento de sentirnos juzgados (no escuchados) criticados (no comprendidos) y etiquetados (no entendidos). Buscando serenidad, encontramos guerra. Buscando liberación, encorsetamiento. Buscando acogida, un descarnado y demoledor espejo de nuestro dolor.
Y seguramente, en tales situaciones, hemos decidido cambiar de estrategia y no acudir a quien nos juzga de esa forma. Buscarnos la vida de otra manera.
Entonces ¿por qué nos asombra que otros hagan lo mismo ante nuestra falta de escucha? ¿Por qué nos molesta que no acudan más? ¿Por qué creemos que nosotros no juzgamos ni etiquetamos ni aconsejamos sibilinamente?
Tal vez, antes de lanzar proclamas sobre el escaso reconocimiento y agradecimiento de quien acudió una vez a nosotros, convendría revisar nuestra forma de escuchar. A ver si descubrimos algo ahí.

Todavía no hay comentarios

Esperamos el tuyo