El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
Blog
sábado, 20 de octubre de 2018

Abre los ojos

La Escribana del Reino
M. E. Valbuena


Seguramente todos nosotros hemos dicho alguna vez a otra persona que abra los ojos y que vea lo que nosotros vemos. Lo vemos tan claro, tan claro, que nos parece imposible que otro no lo vea.
Si hemos caído en esa tentación, sabremos ahora que no sirve de nada. Que nuestra buena voluntad se nos vuelve en contra y nuestro “consejo-advertencia-insinuación” no hace más que poner al otro en una postura defensiva ante todo lo que llegue de nuestro lado.
Conclusión: no mandemos a otro abrir los ojos. Abrámoslos nosotros y miremos con mirada compasiva cuanto nos rodea, sin juicios, recriminaciones ni mandatos imperativos.
Si alguien se coloca a nuestro lado y desde nuestra perspectiva verá, probablemente, lo mismo que nosotros. No hará falta decir nada. Si se coloca de frente o desde perspectiva opuesta, verá otra parte de la realidad y, por mucho que digamos, no coincidiremos en las apreciaciones.
Lo cierto es que todo está ahí.
Podemos mirar de frente, de lado o no mirar. Podemos mirar y no ver. Podemos ver y decidir no mirar más. Podemos hacer que no vemos. Podemos mirar detrás de las gafas de la autoprotección o de la tintada colorista que no deja apreciar el fondo...
Lo que no podemos es autoengañarnos. Tarde o temprano, por algún resquicio mal sellado, aparecerá ese malestar producido por la tortícolis de no mirar de frente o por el sobrepeso del disimulo. Un malestar al que no ponemos nombre pero del que todos sabemos hablar.

Todavía no hay comentarios

Esperamos el tuyo