El que da, no debe volver a acordarse;
pero el que recibe nunca debe olvidar
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sábado, 29 de diciembre de 2018

Lo incontrolado

La Escribana del Reino
M. E. Valbuena


¿Quién no se ha equivocado alguna vez de dirección (en una cita, por ejemplo) y ha echado pestes, además, esperando inútilmente que la otra parte apareciera?
¿Quién no ha guardado algo con tanto interés que es imposible encontrarlo después, a pesar de saber que está de nuestra mano?
¿A quién no le ha ocurrido que, arreglándose especialmente para una ocasión, se ve peor que de costumbre? ¿O prepara con esmero una comida para lucirse y se pasa –precisamente ese día– de pimienta o de sal?
¿Quién no ha imaginado historias que cuadraban estupendamente en su mente y se tomaban como verdades absolutas, cuando no tenían nada que ver con la realidad? ¿Y quién no se ha quedado con la boca abierta y los ojos enredados cuando lo ha descubierto?
¿Quién no ha perdido el tiempo más de un día intentando un encuentro con la circunstancia o persona que buscaba, sin lograrlo y, cuando menos lo esperaba, llegaba sin más?
¿A quién no le han brotado lágrimas de emoción en ocasiones inesperadas, sin posibilidad de contención? ¿Y a quién no una risa fácil en momentos difíciles?
Hay infinidad de situaciones incontroladas en nuestra vida. Infinidad de detalles –pequeños y grandes- que nos rompen los esquemas y nos hacen improvisar sobre la marcha, despertando nuestra creatividad, nuestra capacidad de resolución y nuestro sentido del humor. ¡Menos mal!
En el año que comienza deseo que lo incontrolado siga apareciendo en estas circunstancias y en otras tantas, porque será la prueba evidente de que nuestra vida ni está escrita ni la controlamos tanto como quisiéramos.

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